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jueves, 8 de mayo de 2025

Reflexión del jueves: Juventud divino tesoro

 Jueves reflexivo: infancia y adolescencia

Hola a todos y bienvenidos un día más. Hoy es jueves, el día del post improvisado, y después de unos días de parón me apetece charlar por aquí un ratito así que, sin más rollo, empezamos.

El otro día estaba hablando con unas amigas y todas llegamos a la misma conclusión: la etapa más inspiradora, a medida que pasan los años, es la adolescencia, y tal vez también la infancia, pero la adolescencia marca, y mucho.

Es curioso porque yo he sido feliz en muchas etapas (y he sufrido en otras, claro, como todo el mundo), pero cuando quiero compartir un momento inmensamente feliz, cuando necesito poner un ejemplo de un instante que roza la perfección, esa etapa siempre asoma. Y yo creo que es porque no teníamos grandes responsabilidades, al menos de mi generación en adelante.

libro
En el estante de abajo veréis Rebeldes, siempre tengo cerca algún libro de mi adolescencia 


Cuando mis hijos eran pequeños yo era muy feliz. Tenía a mis padres, mis abuelos, mis tíos, mis suegros, siempre había planes, siempre estábamos haciendo cosas y saboreando cada momento. Era muy feliz, pero no era esa felicidad de la adolescencia, y yo creo que es porque no estaba exenta de preocupaciones. Aunque he tenido la suerte de estar exenta de grandes preocupaciones en esa etapa, pues todos teníamos salud, planes, ilusiones y mucho amor, desde que una se convierte en madre, la preocupación está presente, en mayor o menos medida.

Cuando era adolescente y quedaba un sábado con la pandilla para ir a la discoteca, mi preocupación era dejar hechos los deberes (y la habitación recogida pero me encantaba tenerla bien así que no era un problema), elegir la ropa que me iba a poner y emocionarme por si veíamos o no a los chicos que nos gustaban. Eso era todo en mi caso, así que en cuanto cruzaba la puerta empezaba a disfrutar.

Cuando iba con mis hijos tenía las obligaciones que conlleva tener hijos. Si era invierno dejar los uniformes lavados y tendidos, la comida o la cena hecha, la compra hecha, saber si necesitaban algo para el cole, más las preocupaciones propias de trabajos, vecinos o de la vida en general. Las tareas las repartía con mi marido, pero mi mente es de las que repasa si está todo bien, me cuesta desconectar.

Adoraba ver a mis hijos jugar, pero se me encogía un poco el corazón cuando patinaban muy deprisa, o si se columpiaban muy fuerte o si se hacían daño en algún parque de bolas.

Y me daba miedo equivocarme en cualquier decisión porque no solo me repercutiría a mí, había unos niños que podrían pagar las consecuencias.

Muchas veces pongo el ejemplo de la playa. Cuando era pequeña salía de casa con el bañador y me dedicaba a disfrutar, a bañarme, a coger cangrejos, a comer la ensaladilla, la tortilla y el filete empanado. Entraba y salía del agua, comía la merienda y luego nos íbamos a cenar a otra playa con unos amigos, o al monte con mis abuelos, o a un bar que tenía una parrilla estupenda. Llegaba a casa y solo tenía que darme una ducha y veía la tele con mi cola cao.

Cuando fui madre tenía que preparar la comida, las toallas, bañadores de repuesto, juguetes, la nevera con cosas. Mi marido también lo preparaba, o iba ganando tiempo de otras maneras, pero ya os digo que me cuesta desconectar y en esas ocasiones ya no era poner el bañador y listo.  La vuelta suponía fregar los cacharros, lavar toallas y bañadores, limpiar arena de todos los rincones de casa…

Era feliz y no cambiaría esos momentos por nada pero, curiosamente, cuando tengo que recordar días de playa plenamente felices viajo a la infancia. O a la adolescencia con la pandilla, compartiendo toallas, comiendo bocadillos y leyendo los horóscopos. Y si después nos parábamos a cenar algo, con el pelo mojado y la piel oliendo a bronceador de coco o zanahoria ya... Felicidad absoluta. Os hablé de los veranos de mi adolescencia aqu. íEn mi etapa con los niños pequeños, curiosamente nunca pensaba en mi adolescencia, o al menos muy poco, estaba centrada en el momento que vivía, en cambio con el paso de los años pienso más. Cuando tenemos tarde de chicas acaban saliendo anécdotas de aquella época.

Este año mi hermana despertó un recuerdo que tenía olvidado. Ambas teníamos unas amigas que eran las nietas de una vecina de mi abuela. Vivían en Puebla, México, y venían un verano sí y un verano no. Nos encantaba estar con ellas, eran dos hermanas y jugábamos a muchas cosas en unos jardines que había delante de la casa de mi abuela. Luego merendábamos, unas veces en casa de mi abuela y otras en la casa de su abuela. Pues la hermana mayor fue quien me habló del día de muertos de México, y en su momento me encantó pero la verdad es que lo borré totalmente de la cabeza hasta que volvió a ponerse de moda. Este año adorné así mi puerta y mi escalera, después de un ataque de nostalgia.

Creo que algunas de mis películas o libros favoritos no lo serían si los hubiese visto o leído en otra etapa, por ejemplo Dirty dancing, Rebeldes o El club de los poetas muertos. Las sigo viendo y me siguen gustando pero en aquella etapa calaban hondo y soñaba con vivir historias así.

Por no hablar de los viajes, tanto en familia como de estudios. Es todo taaan intenso.

paris
Aquí estoy con mis amigas cuando éramos adolescentes, detrás está Notre Dame

Para ir terminando os diré que no me gusta vivir en el pasado. El presente siempre es el mejor momento, hay que disfrutar del ahora, pero sí que me alegra haber disfrutado esas etapas. Disfruté con la familia y también con amigos, y esos recuerdos nutren relatos e historias que alegran algunas tardes.

viaje
Y aquí con mi familia en Túnez




Y ya termino por ahora. Espero que tengáis todos un gran día y un gran fin de semana, que ya asoma.

,Mil gracias por leerme y hasta el lunes.

lunes, 8 de noviembre de 2021

TRECE COSAS DE MI ADOLESCENCIA

 RECUERDOS DE ADOLESCENCIA: 13 COSAS QUE HACÍAMOS Y NI NOS ACORDAMOS

Hola a todos y bienvenidos un día más. ¿Qué tal ha ido el finde? Espero que genial. El mío ha sido bueno, he tenido playa, campo, montaña...y ahora toca volver al día a día. Hoy vengo con un post pelín nostálgico, me ha apetecido recopilar 10 cosas de mi adolescencia, y para acotar un poco será entre 1988/1992. Podría poner muchísimas más, pero tampoco es plan de hacer un post eterno. Así que sin más rollo, empezamos.

jueves, 4 de julio de 2019

Jueves reflexivo: tríos

Reflexión del jueves: la intensidad de la adolescencia

Hola a todos y bienvenidos un día más. ¿Cómo lleváis la semana? A mí me ha volado, necesito algún tipo de máquina o aplicación para ralentizar el tiempo, a ver si alguien inventa algo ya.

Hoy vengo con mi post reflexivo, ya sabéis, escrito sobre la marcha, sola, con la casa y la calle en silencio, un café y mucha ilusión.
Y sin más rollo empezamos.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Cuestión de percepción

Jueves reflexivo; el cristal con que se mira.

Hola a todos y bienvenidos a un jueves reflexivo más. Ya sabéis que este post es un poco sobre la marcha, es tempranito, me acompaña mi adorable y precioso gato mayor y bebo el café muy muy caliente mientras escribo. La casa está en silencio, la calle aún no ha despertado y como cada jueves, me pregunto sobre qué puedo hablar.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Jueves reflexivo; ¿juzgamos demasiado? ¿Somos excesivamente tajantes?

Reflexión del jueves; La verdad universal.

Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya sabéis que el post de hoy lo escribo sobre la marcha, bien tempranito, con mi gato y un café. Hoy mi gato me ha traicionado y está encima del radiador, he puesto un poco la calefacción porque tenía frío y me ha cambiado vilmente, ainnnns.

La verdad es que se me agotan los temas, jejeje, y tengo claro que no voy a hablar de la victoria de Trump, jejeje, así que se me ocurre, que después de varias conversaciones en el mundo 1.0 y en el 2.0, me hacen preguntarme porqué a veces somos tan intransigentes con los demás, porqué juzgamos todo como si nuestra verdad fuera la única y absoluta.
Y sin más rollo empezamos.