Jueves reflexivo: infancia y adolescencia
Hola a todos y bienvenidos
un día más. Hoy es jueves, el día del post improvisado, y después de unos días
de parón me apetece charlar por aquí un ratito así que, sin más rollo,
empezamos.
El otro día estaba hablando
con unas amigas y todas llegamos a la misma conclusión: la etapa más inspiradora,
a medida que pasan los años, es la adolescencia, y tal vez también la infancia, pero la adolescencia marca, y mucho.
Es curioso porque yo he sido
feliz en muchas etapas (y he sufrido en otras, claro, como todo el mundo), pero
cuando quiero compartir un momento inmensamente feliz, cuando necesito poner un
ejemplo de un instante que roza la perfección, esa etapa siempre asoma. Y yo
creo que es porque no teníamos grandes responsabilidades, al menos de mi
generación en adelante.
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En el estante de abajo veréis Rebeldes, siempre tengo cerca algún libro de mi adolescencia |
Cuando mis hijos eran
pequeños yo era muy feliz. Tenía a mis padres, mis abuelos, mis tíos, mis
suegros, siempre había planes, siempre estábamos haciendo cosas y saboreando
cada momento. Era muy feliz, pero no era esa felicidad de la adolescencia, y yo
creo que es porque no estaba exenta de preocupaciones. Aunque he tenido la
suerte de estar exenta de grandes preocupaciones en esa etapa, pues todos teníamos
salud, planes, ilusiones y mucho amor, desde que una se convierte en madre, la
preocupación está presente, en mayor o menos medida.
Cuando era adolescente y
quedaba un sábado con la pandilla para ir a la discoteca, mi preocupación era
dejar hechos los deberes (y la habitación recogida pero me encantaba tenerla
bien así que no era un problema), elegir la ropa que me iba a poner y emocionarme
por si veíamos o no a los chicos que nos gustaban. Eso era todo en mi caso, así que en cuanto cruzaba la puerta empezaba a disfrutar.
Cuando iba con mis hijos
tenía las obligaciones que conlleva tener hijos. Si era invierno dejar los
uniformes lavados y tendidos, la comida o la cena hecha, la compra hecha, saber
si necesitaban algo para el cole, más las preocupaciones propias de trabajos,
vecinos o de la vida en general. Las tareas las repartía con mi marido, pero mi
mente es de las que repasa si está todo bien, me cuesta desconectar.
Adoraba ver a mis hijos
jugar, pero se me encogía un poco el corazón cuando patinaban muy deprisa, o si
se columpiaban muy fuerte o si se hacían daño en algún parque de bolas.
Y me daba miedo equivocarme en
cualquier decisión porque no solo me repercutiría a mí, había unos niños que
podrían pagar las consecuencias.
Muchas veces pongo el
ejemplo de la playa. Cuando era pequeña salía de casa con el bañador y me
dedicaba a disfrutar, a bañarme, a coger cangrejos, a comer la ensaladilla, la
tortilla y el filete empanado. Entraba y salía del agua, comía la merienda y
luego nos íbamos a cenar a otra playa con unos amigos, o al monte con mis
abuelos, o a un bar que tenía una parrilla estupenda. Llegaba a casa y solo
tenía que darme una ducha y veía la tele con mi cola cao.
Cuando fui madre tenía que
preparar la comida, las toallas, bañadores de repuesto, juguetes, la nevera con
cosas. Mi marido también lo preparaba, o iba ganando tiempo de otras maneras,
pero ya os digo que me cuesta desconectar y en esas ocasiones ya no era poner el bañador y listo.
La vuelta suponía fregar los cacharros, lavar toallas y bañadores, limpiar
arena de todos los rincones de casa…
Era feliz y no cambiaría esos momentos por nada pero, curiosamente, cuando tengo que recordar días de playa plenamente felices viajo a la infancia. O a la adolescencia con la pandilla, compartiendo toallas, comiendo bocadillos y leyendo los horóscopos. Y si después nos parábamos a cenar algo, con el pelo mojado y la piel oliendo a bronceador de coco o zanahoria ya... Felicidad absoluta. Os hablé de los veranos de mi adolescencia aqu. íEn mi etapa con los niños pequeños, curiosamente nunca pensaba en mi adolescencia, o al menos muy poco, estaba centrada en el momento que vivía, en cambio con el paso de los años pienso más. Cuando tenemos tarde de chicas acaban saliendo anécdotas de aquella época.
Este año mi hermana despertó
un recuerdo que tenía olvidado. Ambas teníamos unas amigas que eran las nietas
de una vecina de mi abuela. Vivían en Puebla, México, y venían un verano sí y
un verano no. Nos encantaba estar con ellas, eran dos hermanas y jugábamos a
muchas cosas en unos jardines que había delante de la casa de mi abuela. Luego
merendábamos, unas veces en casa de mi abuela y otras en la casa de su abuela.
Pues la hermana mayor fue quien me habló del día de muertos de México, y en su
momento me encantó pero la verdad es que lo borré totalmente de la cabeza hasta
que volvió a ponerse de moda. Este año adorné así mi puerta y mi escalera,
después de un ataque de nostalgia.
Creo que algunas de mis
películas o libros favoritos no lo serían si los hubiese visto o leído en otra
etapa, por ejemplo Dirty dancing, Rebeldes o El club de los poetas muertos. Las
sigo viendo y me siguen gustando pero en aquella etapa calaban hondo y soñaba
con vivir historias así.
Por no hablar de los viajes, tanto en familia como de estudios. Es todo taaan intenso.
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Aquí estoy con mis amigas cuando éramos adolescentes, detrás está Notre Dame |
Para ir terminando os diré
que no me gusta vivir en el pasado. El presente siempre es el mejor momento,
hay que disfrutar del ahora, pero sí que me alegra haber disfrutado esas
etapas. Disfruté con la familia y también con amigos, y esos recuerdos nutren
relatos e historias que alegran algunas tardes.
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Y aquí con mi familia en Túnez |
Y ya termino por ahora.
Espero que tengáis todos un gran día y un gran fin de semana, que ya asoma.
,Mil gracias por leerme y
hasta el lunes.
La adolescencia una etapa que se mira bien desde la distancia, pero no creo que sea la mejor ni la que mejor se pasa, es una etapa dificil de vivir.
ResponderEliminarSaludos
En mi caso fue muy buena, la verdad, aunque yo era algo intensa para todo, los dramas eran terribles, jajaja.
EliminarSí es difícil, hay que saber acompañar en esa etapa.
Muy feliz día.
Que curioso..yo no recuerdo esta etapa como buena.. de hecho mi mejor época fue a partir de los 25 -26 .. independiente.. trabajando, viviendo sola..., mi mejor época.. con sus problemas claro está... pero divinamente.
ResponderEliminarClaro, más que mejor época es una época feliz y sin preocupaciones. Todas las épocas tienen sus cosas.
EliminarGracias por compartir tu experiencia.
Yo no tuve adolescencia en ese sentido. No tenía pandilla y se me hizo muy larga. Un beso
ResponderEliminarClaro, cada uno tiene sus circunstancias, pero ahora tienes una familia estupenda.
EliminarGracias por leerme.
Para quien no haya tenido otro tipo de problemas y sí la suerte de tener una familia normal, son tiempos de despreocupación que quizá no sabemos apreciar del todo porque no sabemos lo que nos espera más adelante, cuando las responsabilidades de la edad adulta comienzan a llegar.
ResponderEliminarTotalmente, yo lo empecé a valorar de verdad cuando mis hijos iban creciendo.
EliminarMuy feliz día.
Las preocupaciones que tenemos cuando tenemos hijos son las que tenían nuestros padres cuando éramos niñas o adolescentes nosotras. Ellos se ocupaban de la comida, del uniforme, etc. Desde luego, en la adolescencia hay una despreocupación que desaparece con la edad adulta, las responsabilidades y, sobre todo, las preocupaciones por los hijos si los hay. Pero, como bien dices, no se puede vivir en el pasado. Yo siempre he estado bastante conforme con el presente. Echo más de menos a las personas que han ido quedando por el camino que las propias vivencias del pasado.
ResponderEliminarUn beso.
Me pasa igual, me gusta el presente excepto por los que me faltan.
EliminarMuy feliz día.
Sobre todo, en la infancia se es más libre, no reside el miedo, en la adolescencia entra un poquito la convulsión, pero nos creemos poseedores de comernos el mundo y eso también cede libertad. Quizás esa etapa al ser la de la exploración nos reserva más intensidad y por eso se guardan los recuerdos como únicos, no porque siendo adultos debamos coartarnos, sino porque allí empezó todo.
ResponderEliminarFeliz día, Gemma.
Besos.
Pues que buen resumen.
EliminarMil gracias por comentar y feliz semana.
Me has recordado a cuando mi madre comentaba que a ella lo que más le gustaba de la piscina era volver a casa pudiendo seguir contando hasta siete. La pobre, se pegaba la mañana controlando si estábamos sus siete hijos en la superficie.
ResponderEliminarAy qué bonito, y qué duro.
EliminarMi suegra tenía seis, ella iba a la playa y allí todos los niños parecían iguales, menudo estrés, jajajaja.
Feliz día.
Uy me hiciste acuerdo de esos años que uno soñaba y deseaba cosas tan simples. Te mando un beso.
ResponderEliminarÉramos felices con muy poco.
EliminarFeliz día.
Coincido con lo que comentas e igual que tú no me gusta vivir en el pasado, es hermoso recordar y rememorar aquellos momentos especiales que sin duda nos marcaron, pero el presente es perfecto y hay que disfrutarlo y vivirlo. Un abrazo
ResponderEliminarLo resumes genial.
EliminarFeliz día.
Como bien dices, la falta de responsabilidades, más allá de los estudios, nos hacía mucho más libres, lo cual, añadido al hecho de ser más intrépidos o atrevidos, nos hacía sentir más felices y todo, o casi todo, resultaba más divertido. Aun así, al menos en mi caso, también hubieron momentos y experiencias negativas: el trato de los educadores en el colegio, de niño, y mi mala suerte a la hora de ligar, en la adolescencia, ja, ja, ja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola.
EliminarClaro, malas experiencias siempre hay, y los profes de antes...
Yo de ligar no me quejo mucho, aunque, te confieso que no era mi prioridad, era muy disfrutona de otra manera.
Feliz día.
Hola Marigem
ResponderEliminarYo no sabría decir cual es mi época más feliz, creo que en todas y en ninguna. La verdad que la que recuerdo con cariño es la de la juventud, ya pasada la adolescencia, en la que aún vivía con mis padres, seguía siendo muy joven y tenía menos responsabilidades. Pero desde luego la serenidad que tengo ahora no la cambio por nada. A veces idealizamos el pasado.
Besos
Hola.
EliminarEsa primera juventud, casi enlazada con la adolescencia es una etapa muy chula.
Yo no lo idealizo, eran grandes tiempos, pero, sinceramente, no lo cambio por el presente, excepto por la gente que me falla.
Feliz semana.
Me gustan estas entradas proustianas tuyas, cargadas de nostalgia por la infancia y la adolescencia. Desde luego, las pandillas, los veranos, la falta de responsabilidad (lo único que se nos pedía eran buenas notas) eran sinónimos de felicidad.
ResponderEliminarAbrazos!
Ay qué honor que te parezcan entradas prousianas.
EliminarEra felicidad absoluta, aunque, desde luego, me quedo en el presente.
Feliz día.
Me gusta leer tus experiencias de juventud. Yo tengo recuerdos de mi adolescencia muy vagas, recuerdo cosas cuando veo fotos. La vida sigue su curso y tenemos que ir viviendo lo que nos depara en cada momento. Hay que mirar hacia adelante aunque nos salgan las arrugas. Esos tiempos ya no vuelven. Un abrazo.
ResponderEliminarHola.
EliminarQué bien que te guste.
Pues yo me acuerdo bastante bien, no de todo, claro, a veces hablo con gente que recuerda cosas que yo he olvidado.
Y sí, siempre hay que mirar hacia delante.
Muy feliz semana.
Yo no creo que haya una etapa concreta para todas las personas por igual, y creo también que tendemos a romantizar determinados recuerdos y esconder otros bajo la alfombra. Hay quien ha tenido infancias y adolescencias terribles y ha sido en su madurez o en su vejez cuando ha vivido su momento más dulce e inspirador. Un abrazo!
ResponderEliminarHola.
EliminarClaro, claro, aquí cuento mis vivencias y cada uno tiene las suyas.
En mí caso no romántico, fui extremadamente afortunada, aunque no me daba cuenta.
Y muy de acuerdo, hay gente con unas infancias durísimas que encuentran vidas muy plenas en otras etapas.
Mil gracias por comentar.
No sabria decirte cual ha sido la mejor epoca o mas feliz, lo que si te dire es que estoy aprendiendo a vivir el presente. Un beso y feliz semana
ResponderEliminarHola.
EliminarYo creo que felices hay muchas, la infancia es más bien despreocupada.
Vivir el presente es el mayor acierto.
Feliz día.
hola gemma, últimamente me falta tiempo. es una entrada muy bonita, gracias por las historias y las fotos que has compartido. para ser feliz no hace falta mucho, y cada vez me enamoran más los barrios y las familias humildes.
ResponderEliminary es verdad, muchos de nuestros gustos, aficiones y también algún trauma que otro, tienen su origen en la infancia y adolescencia.