Hola!!!!!!!
Ya estamos a martes, parece mentira!!!!!
Antes de nada como siempre empiezo agradeciendo los comentarios de ayer, es increíble lo bien que me tratáis, de verdad.
Hoy no sabía muy bien de que hablar, porque para mañana tengo un truquillo, para el jueves tengo pensado escribir una reflexión sobre la marcha y el viernes compartiré alguna de las cosinas que me gustan, pero hoy no tenía inspiración.
Y se me ha ocurrido compartir algún relato escrito por mí.
A mí me encanta escribir, pero soy muy vergonzosa y no suelo enseñar lo que escribo, así que me ha costado muchísimo dar este paso. Además, la mayoría de lo que tengo es muy largo, y claro, no es plan de aburrir a nadie.
He buscado entre lo que tenía, y descartando los relatos cortos con los que participé en algún concurso, que no se pueden usar, encontré un relato que tiene mucho tiempo y que había escrito para participar en un certamen de relato histórico, pero al final no me animé y el cuento se quedó en un disco duro, solo y triste.
No sé si os parecerán aburridas estas entradas, si os parece pesado leer un relato, de verdad agradecería que me lo dijerais, si os da rabia hacerlo en los comentarios podéis hacerlo mediante el formulario de contactos,pero me gustaría saber si os parece bien que comparta muy de vez en cuando algún cuento mío.
El cuento de hoy no es de misterio, que suele ser mi género favorito, es una historia sencilla inspirado en la Grecia clásica. Espero que os guste.