sábado, 23 de julio de 2011

Aprovechad las compras inútiles; no sé que hacer con estas cestas.


¿Nunca habéis hecho una compra, aunque no sea muy cara, y luego os habéis sentido culpables? Bueno, pues hoy os cuento mi experiencia.
    Hace algo de tiempo, iba yo a hacer mis recados, como siempre contando el dinero, cuando vi unos chinos que liquidaban por cierre.
   Después de una hora regañándome a mí misma, entré en la tienda, aunque me juraba que era simplemente para curiosear.
    Tengo que confesar que todo estaba baratísimo, y si hubiese tenido dinero hubiese salido de allí con media tienda en el bolsillo. Pero mi caso era otro así que me compré unos álbumes de fotos, que necesitaba y estaban casi regalados, y lo peor, cuatro cestas de distintos tamaños. ¡No me preguntéis porqué compré las cestas porque no lo sé! Parece que tenían un imán, porque de todo lo que había allí, cosas bastante más útiles, yo solo tenía ojos para las cestas. Y cuando me vi en casa, con menos dinero aún del que tenía antes de salir y con aquellos trastos, quería enterrar la cabeza y desaparecer.
   Después de meterlas en un armario y quitarlas de mi vista, intenté olvidar la historia y evité pasar por delante de chinos que liquidasen existencias.
    Algún tiempo después de esto, como siempre a últimos de mes, llegó mi hija mayor a casa diciendo que la habían invitado a un cumpleaños. Horrorizada pregunté la edad de la cumpleañera, para poder hacerme una idea de lo que podía comprar.
  Al día siguiente, mientras mi hija estaba en clase, salí a buscar el regalo para la chica, que cumplía quince años. Mi presupuesto era muy pequeño, más bien diminuto, porque no podía pasarme de seis euros si quería comer hasta el día de cobro.
    Me recorrí todas las tiendas, os lo juro, pero nada. En las perfumerías, cualquier cosa ya costaba seis euros, y era algo diminuto. Lo único más barato era algún dúo de sombras de ojos, y con 15 años me daba miedo regalárselo, quizás sus padres no la dejasen pintarse.
    En las librerías, por seis euros no había ni tebeos, y lo único que había más barato ponía el precio en la portada, y grande y pintado, para que no se pudiese quitar, así que descartado.
    En las tiendas de ropa lo que había barato  o ya lo tenía o lo había visto y sabía el precio porque al parecer, los viernes por la tarde, entraba en las tiendas a mirar ropa.
    Desesperada, entré en unos chinos, pero lo mismo, lo barato era demasiado conocido y se sabía el precio. Y ya me iba cuando vi unas cestas apiladas y esperando a ser colocadas y ¡flash! Podía aprovechar alguna de las cestas que tenía escondidas en el armario.
Corriendo fui a casa y las saqué. Después de pensar elegí una de tamaño intermedio para que fuese más fácil de rellenar. Y corriendo también saqué una caja donde guardo papeles de regalo y lazos que están en buen estado. Después de rebuscar encontré un pliego de celofán transparente con dibujitos pequeños en amarillo y un lazo amarillo. Ya tenía donde presentarlo, solo quedaba rellenar.
   En los chinos compré un peluche amarillo, y lo puse en medio de la cesta que previamente había cubierto con papel de seda que tenía, lo había arrugado y quedaba genial. Si alguna lo va a hacer y no tenéis papel de seda, podéis poner el plástico ese de burbujitas o algodones de colores, algo que cubra la superficie de la cesta. El peluche me había costado 1,80, así que tenía poco más de cuatro euros para terminar.
    Quería que la cesta fuese de baño, pero decidí no meter productos de ninguna marca blanca concreta para que tampoco se notase demasiado que la cesta era casera. No pretendía colarla por una cesta de perfumería, pero no quise poner marca Deliplús o Día. Así que me acordé de mis muestras. Muchas veces compro el gel o el desodorante que regala uno de tamaño de viaje, solo si está a buen precio, y tengo esas muestra en un neceser. Y ¡Voilá! Tenía un gel de la casa Moussel, que huele genial, sin estrenar.       
      Cuidadosamente lo puse junto al peluche. Luego, en los mismos chinos compré una esponja de esas que son tan chulas, con una cuerda y que masajean, es que no sé como se llaman, en amarillo, y la coloqué. Compré allí mismo un tubito que traía una especie de pétalos de colores y unas sales de baño, todo con predominio del amarillo, y también lo distribuí en la cesta. Llevaba gastados 3, 60 contando el peluche, así que aún podía añadir más. En Ives Rocher compré bolitas de aceite, creo que a 10 o 20 cts, no me acuerdo. Compré cuatro y las puse en la cesta también, y en los chinos vi una toalla pequeña, amarilla y con un bordado similar al peluche que había puesto, así que también la cogí.
   Contenta por no haber llegado a los seis euros, lo envolví con el celofán de modo llamativo, y le puse el lazo lo más vistoso que pude.
    Cuando mi hija lo llevó a la fiesta fue un éxito. Al fin y al cabo, con quince años les gustan las cosas de “presumir”, y sin saber si en casa las dejan pintarse, un juego de baño es la mejor opción. Lo único que lamento es no haber hecho una foto, porque de verdad, quedó preciosa. Por cierto, la foto que pongo no tiene nada que ver, simplemente me gusta, y a falta de cestas, buenos son acantilados.
  Bueno, en la próxima entrada os cuento como utilicé las otras cestas. Y aprovecho para recomendar que si tenéis que hacer un regalo y tenéis poco presupuesto, queda muy bien comprar una cesta o caja barata y rellenarla con algo que pegue con el cumpleañero. Podéis hacer un juego de escritorio comprando una caja, bolis, gomas y libretas entonadas y presentarlo con la caja semiabierta y envuelto en celofán transparente. Parece de librería.
 

3 comentarios:

  1. Me encanto tu idea la pondré en marcha, tengo muchas cosas que a veces compro sin pensar, y bien me podrian servir.

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  2. Gracias por leerme. La verdad es que últimamente estoy usando cosas que solo servían para ocupar sitio, y además, los regalos hechos con tanto cariño son los que más gustan.

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  3. Es una gran idea. De verdad es que todas las ideas que he visto en tu blog son muy útiles. Un besillo Guapa.

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